“Pinté su rostro antes de que usted hubiera nacido”. Fue así como Picasso conquistó a Françoise Gilot, la noche en que cenando en el restaurant de la Rue des Grands-Agustins Le Catalan (Paris, 1943) se fijó en ella y consiguió que se la presentaran. Françoise tenía 21 años, Picasso 62. Tuvieron dos hijos (Paloma y Claude), vivieron diez años juntos en el sur de Francia y cuando Françoise le abandonó en 1953 se convirtió casi en leyenda por haber sido capaz de sobrevivir a la hazaña de vivir sin él. Ninguna de sus mujeres o amantes lo logró. Acabaron medio locas o se suicidaron dejando frases lapidarias como epitafios a sus relaciones con el genio.
La femme-fleur
Retrato de François Gilot por Pablo Picasso. (1946)
He
hecho acopio de libros para este viaje, entre ellos, “Life with Picasso”, escrito
por esta mujer leyenda, -además de una excelente pintora-, y publicado en 1964.
A través de sus páginas es fácil hacerse a la idea de cómo era la vida del
pintor, sus relaciones con las mujeres, con sus hijos, sus empleados, con todo
el que le rodeaba y con la propia Françoise. Un creador y un destructor, un
hombre cicatero, ególatra, en ocasiones despiadado. Sin embargo, Picasso debió
ser un gran amante.
Cuenta
Françoise cómo fue el inicio de su relación, el instante en que ella comprendió
que estaba comenzando a vivir el comienzo de su vida. Fue en el estudio de
Picasso de la Rue des Grands-Augustins cuando en apenas una hora, la relación de
idas y venidas que habían tenido hasta entonces se convirtió en algo muy serio,
una especie de revelación.
Picasso le dijo que a partir de ese instante, todo lo que ella dijera e hiciera era de extraordinaria
importancia: cualquier palabra dicha, el mínimo gesto, adquiriría un
significado, y todo lo que sucediera entre ellos los cambiaría. “Por
esta razón”, le dijo, “me gustaría ser capaz de suspender el tiempo en este
momento y dejar las cosas exactamente en este punto, porque siento que este instante
es un verdadero comienzo. Tenemos una cantidad de experiencia a nuestra
disposición que es desconocida pero limitada. Tan pronto como demos la vuelta
al reloj, la arena empezará a correr y una vez que lo haga, no podrá parar
hasta que haya desaparecido. Por eso me gustaría retenerla en el inicio. Deberíamos
hacer los mínimos gestos, pronunciar las menos palabras, incluso vernos lo
menos posible si eso pudiera prolongar las cosas. No sabemos cuánto de un todo
tenemos por delante de nosotros así que tenemos que tomar las máximas
precauciones para no destruir la belleza de lo que tenemos. Todo existe en
cantidades limitadas, especialmente la felicidad. Si un amor está llamado a serlo, significa que todo está escrito ya en algún lado, y también su duración y
su contenido. Si pudiéramos llegar a una intensidad total el primer día, todo
acabaría el primer día. Y así, si hay algo que deseas mucho y quieres que se
prolongue en el tiempo, debes ser extremadamente cuidadoso para no hacer la
mínima demanda que pudiera impedir que ese algo se desarrolle en la máxima
medida por el máximo periodo de tiempo”. "Si quieres que las alas de una mariposa mantengan su brillo, no debes tocarlas. No debemos abusar de algo que está llamado a traer luz a nuestras vidas. Todo lo demás en mi vida solo me pesa y oscurece la luz, pero lo que tengo contigo es una ventana que se está abriendo. Y quiero que permanezca abierta"
Fue
un día frío y gris del mes de Febrero de 1944, aunque cuenta Françoise que su
recuerdo tiene la luz del solsticio de verano. (Midsummer: el fin de la oscuridad, de la esterilidad, y el comienzo
de la época más fértil, donde todo se renueva).
Bibliografía: Life with Picasso by Fraçois Gilot.
Traducción by pyyk